Anterior Siguiente

Lourdes Ortiz presenta junto a Juan Antonio Vizcaíno el primer número de Teatra en la Librería Galería Moriarty de Madrid, en Marzo de 1983. Sobre el sofá cuelgan unos dibujos del pintor y escultor Rodrigo, sobre perspectivas madrileñas.

Lourdes Ortiz y J.A. Vizcaíno presentando el primer número de Teatra en la Librería Galería Moriarty de Madrid, que iba a ser considerada el cerebro de "La Movida madrileña". Esa misma tarde llegó al local el número cero de la revista La Luna de Madrid.

Escultura Teatra Norit, instalada en una antesala de la galería de arte que albergaba la librería. Idea y montaje: Juan Antonio Vizcaíno.

tarjetón

Tarjeta de presentación de Teatra 1
Diseño y realización: Alfonso Berridi

tasjetón

Interior de la tarjeta de presentación de Teatra 1
Diseño y realización: Alfonso Berridi

Teatra en el corral de la postmodernidad

Juan Antonio Vizcaíno

La presentación del primer número de la revista Teatra convirtió la librería matriz del órgano de expresión de la movida madrileña (la revista La Luna de Madrid) en un corral de ovejas. La culpa la tuvo el borreguito del Norit que invitó a toda su familia ovina -incluida la oveja negra- a sus bodas con la opinión pública. Lourdes Ortiz, que a la par que gran escritora era nuestra profesora de arte en la escuela de arte dramático de Madrid, se convirtió en Madrina del acto. Su cariñoso respaldo nunca abandonó a Teatra, y años más tarde volvería a repetir con Teatra en la Residencia de Estudiantes.

Para contaminar el espacio de la Librería-Galería Moriarty de teatrismo, la revista se valió de la obra de un escultor madrileño, especializado en ovejas, quien cedió generosamente (gracias a las gestiones de Luciano Sánchez) por una tarde a Teatra su rebaño de cartón piedra. Las numerosas ovejas -más de 45- se repartieron e instalaron en los estantes y en lo alto de las librerías; parecían un ejército de indios amenazantes que vigila desde la cresta de la montaña. La más grande de estas ovejas de cartón compartió con Lourdes Ortiz y Juan Antonio Vizcaíno, la presidencia del acto.

Y para que el espíritu Teatra no se concentrase sólo en esa sala de los libros, en la siguiente que daba acceso a la galería, se instaló un altarcico Teatra, de lo más irreverente para un acto y un espacio de esas características. Sobre una serie de mesitas y peanas de diferentes alturas, se dispusieron palanganas, barreños y algún cubito, repletos de ropa interior sucia y masculina. Sobrecitos del detergente para lavar a mano, Norit, surgían de los distintos recipientes, todos de plástico, y muy usados. Alguna que otra revista Teatra salpicada sobre el conjunto, completaba aquel altarcico pagano en una sala de arte.

Las bellas y siempre modernas Lola y Marta Moriarty fueron las primeras en abrir sus puertas a Teatra. Desde aquí queremos reconocerlo de nuevo. En aquel extravagante ágape literario y teatral, en el Madrid del Quartel de Palacio, a los postres llegaron a Moriarty unos cuantos redactores de la revista La luna de Madrid, (quizás Borja Casani, José Luis Tirado, Tono…) con los primeros ejemplares del número cero de la que habría de convertirse en el Boletín oficial y la revista ¡Hola! de la movida madrileña.

El azar o el capricho no existen; que Teatra y La Luna de Madrid nacieran al público esa misma tarde de marzo de 1983, las convirtió en una suerte de revistas hermanas, y esa coincidencia forzosamente debía significar algo. Coincidiríamos con ella en los sucesivos años, como expositores de la Feria de arte contemporáneo ARCO.

La madre del cordero

(Síntesis de la presentación del Nº 1 de Teatra)

Juan Antonio Vizcaíno

"Anoche en la librería Moriarty, cuando parecía que aquello iba a empezar, Lourdes me reclamó a su lado, para que ocupara con ella aquel sofá que nos daba como una especie de complicidad insólita. Ella mimó nuestro trabajo diciendo que nosotros habíamos mimado la revista, y que el resultado había sido tan bueno como el empeño; y añadió que siempre había creído en este proyecto alegre, que lo había ido viendo crecer y hacerse, poco a poco, con mucho trabajo, dedicación y agotamiento; y que era estupendo que pasaran cosas como éstas, porque eran una demostración de que la gente tenía cosas que decir, y que se empeñaba en publicarlas.

Yo hablé de que Teatra no era una nueva revista teatral, sino una puesta en escena impresa, de momento fotocopiada. Que se llamaba Teatra, porque era el femenino de la palabra teatro, y que la feminidad cotizaba al alza en el mundo creativo de la postmodernidad. Que Teatra nacía con vocación de modernidad, porque el teatro lo estaba reclamando desde hacía mucho tiempo. Y que nuestra revista no hacía ascos a ninguna manifestación espontanea del arte o de la teatralidad, y que todo lo que comportase puesta en escena, era territorio nuestro. Y por último informé que muchos estudiantes de la Escuela de Arte Dramático habían trabajado en ella para hacerla posible con sus propias manos, tijeras y pegamentos.

Por otra parte, el círculo se cerraba en torno nuestro apretadamente, entre espectadores, y estantes atestados de libros y borreguitos de todos los tamaños y expresiones, (hasta había uno negro), como en un Tiovivo fantástico. En el centro Lourdes y yo dábamos la cara por Teatra, en aquel sofá como de amor al borrego.

Al final del acto, la gente leía Teatra por la calle en dirección hacia el Metro.
¿Sería esto el éxito?"

(Notas del Diario de Teatra, escrito por Juan Antonio Vizcaíno, "auténtica madre del cordero" de todo este primer tinglado teatrario, como lo bautizó durante el acto su colega Ernesto Caballero.)

TEATRA

javizcarreno@gmail.com | www.revistateatra.com


facebook twitter
Eduardo Armada